PARTIDOS POLÍTICOS (II), ¿CÓMO FUNCIONAN?

Un estado es un grupo de ciudadanos, ligados a un territorio, que crean unas instituciones para administrar ciertas relaciones entre ellos, establecen unas leyes o normas de funcionamiento, y comparten algunas costumbres o culturas, que sirven para solucionar problemas o tomar decisiones. 

Las instituciones las gobiernan o administran personas, que son elegidas de varias maneras entre los ciudadanos del estado. Una de las maneras de participar en la toma de decisiones que hacen las instituciones del estado, y de elegir a los que gobiernan, es a través de los partidos políticos. 


Los partidos políticos son asociaciones de personas que tienen dos fines: presentar propuestas de soluciones a los problemas de la sociedad, y presentar candidatos para las labores de gobierno de las instituciones del estado.


Los partidos políticos funcionan gracias al trabajo y la financiación de los afiliados y simpatizantes; también son financiados por el estado, y tienen apoyo, o la oposición, de algunas empresas, corporaciones u otras organizaciones con intereses propios.


Los afiliados aportan una cuota en dinero que sirve para los gastos del partido, y además participan de diversas maneras en la vida del partido.

Los afiliados suelen ser votantes de los candidatos que presenta el partido a los puestos de gobierno en las instituciones, y suelen animar a sus familiares y amigos a votarlos también.

Los afiliados pueden presentar candidaturas, individuales o colectivas, a los órganos de dirección del partido, y también presentarse para ser candidatos a ser elegidos en los puestos de las instituciones del estado.

Los afiliados participan durante la campaña electoral, de manera más o menos activa, y muy diferente en cada partido.

Tienen muy poco poder de proponer ideas de solución a los problemas sociales, que suelen ser decididas desde los órganos directivos de los partidos, o por los candidatos que finalmente se presentan a ser votados.

Algunas veces los afiliados son convocados a asambleas, a círculos, a dar su opinión sobre temas, a cafés, a mítines, donde pueden expresarse. Pero expresar ideas, o debatir, no sirve de gran cosa, si no tienen la posibilidad de votar, directamente, en la elección de las propuestas efectivas del partido.

Esas reuniones, asambleas, círculos, sirven mucho más como marketing, para dar la impresión de que el partido escucha a sus afiliados, y dar la impresión pública, ante todos los demás, que se trata de un partido que escucha a los ciudadanos, que como algo efectivo, a la hora de tomar decisiones y propuestas.

Una vez votados los candidatos, los afiliados no tienen ningún control efectivo sobre la actividad de sus cargos electos, hasta la próxima campaña electoral.

El trabajo que hacen los afiliados se recompensa si obtienen un puesto remunerado en el partido o en la administración pública, o si sus propuestas de solución o intereses son defendidos por sus candidatos.

He hablado sobre los afiliados y ahora comentaré sobre los candidatos.

Los candidatos a puestos de gobierno en una de las instituciones del estado, tienen que dedicar tiempo, y veces su propio dinero, a convencer, primero a sus propios afiliados, y luego a los ciudadanos, de ser elegidos, lo que implica dedicación y esfuerzo. Muchas veces tienen que dejar sus trabajos, o dedicarse de manera exclusiva a la política, y no a buscar medios propios de vida e ingresos. La fuerte competencia para ser elegidos en unas elecciones, implica un trabajo intenso, costoso y exclusivo.

Los candidatos son recompensados por su trabajo, si son elegidos en puestos directivos remunerados en el partido, o son elegidos en las elecciones a puestos de gobiernos en las instituciones del estado.

La necesidad de ingresos es un factor que influye en las actuaciones de los políticos. Si tu medio de vida depende de lo que decidas, entonces tus decisiones en las instituciones están influidas por tu propia supervivencia.

 

Los partidos se financian, además de con el trabajo de sus afiliados y candidatos, con dinero que reciben del estado, según sus resultados en las elecciones, y se financian también con dinero u otras formas de pago, de particulares, asociaciones o corporaciones que aportan algún tipo de ayuda, de manera altruista o a cambio de favores futuros. 

Todos los partidos establecen redes clientelares de intercambio de votos por políticas que favorecen a individuos u organizaciones diversas. 

Es imposible el control del intercambio de favores, entre los partidos y las personas o los grupos, interesados en ser favorecidos, de alguna manera, por las decisiones que tomen los partidos si llegan a puestos de gobierno.

Los métodos de pagar una ayuda son infinitos e imposibles de controlar. Una empresa puede pagar a un político o a un partido político, ofreciendo un puesto de trabajo, o una remuneración futura, para él o sus personas cercanas, o pagando parte de sus gastos de campaña electoral. Un banco puede dar financiación a un partido y luego condonar su deuda, a cambio de influencia en las decisiones de gobierno.

 

Los políticos tienen el poder de gestionar contratos públicos y asignar inmensas partidas de dinero y otras concesiones de gastos diversos, que pueden ser moneda de cambio con los intereses de personas y empresas.

Los presupuestos generales de un estado superan con mucho, el poder económico de cualquier empresa privada, y están en manos de un pequeño grupo de personas: los candidatos elegidos, y en todo caso, sus equipos directivos.

 

Recurrir a la ética, la moral o la épica, es un medio muy poco efectivo para el control de ese intercambio de favores y financiación.   

 

Solo un traspaso del poder de decisión de manos de los políticos a otras formas de toma de decisiones, y solo hay otras tres: una mecanización de las decisiones por medio de leyes y normas, un uso de las herramientas del azar para elegir entre opciones de adjudicación todas ellas válidas y óptimas, y en tercer lugar un uso mayor de la democracia, en decisiones que tienen que ver con el gasto público y la adjudicación de recursos. 

Solo eso puede aumentar el control de los ciudadanos sobre las decisiones de las instituciones, y así disminuir el intercambio de intereses y favores entre los políticos y organizaciones con intereses propios.

Los partidos políticos en su forma actual son, todos ellos, redes clientelares de intercambio de favores entre políticos y organizaciones con intereses particulares. 

El cambio estructural más importante de los estados modernos tiene que ver con la reforma del funcionamiento y financiación de los partidos políticos. 

El debate que más influencia puede tener en el bienestar de los ciudadanos no tiene que ver con si se opta con un estado en forma de monarquía parlamentaria o república, por ejemplo, sino con la estructura del poder real de asignación de recursos millonarios, que está en manos de los partidos políticos. 

Tenemos que abrir el debate de cómo reformar la estructura, funcionamiento y financiación de los partidos políticos. 



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